Por: Eduardo Gutiérrez Arias
Licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad Surcolombiana, especialista en Gerencia Social de la Escuela Superior de Administración Pública, exdirector de Educación de la Fundación para el Desarrollo Cooperativo (FUNDECOOP), exdirector de la Asociación de Cooperativas del Huila (ASOCOPH). También fue Secretario de Agricultura del Huila entre enero/2004 y septiembre/2006.
Diputado del Huila por el Frente Democrático el los años 1984 - 1985 y Diputado por la UP en 1986 - 1987.
Concejal el Tello, Rivera y Neiva.
El Huila es una tierra de tertulias culturales del más diverso tipo. En Neiva fueron famosos dos bares donde los amantes de la tertulias iban a tomar café y hablar de política, literatura y arte. La primera de la que personalmente hice parte fue una tertulia literaria que creamos en Garzón en el año 1967, cuando terminaba mi bachillerato en el Colegio Nacional Simón Bolívar y en varios de nosotros nacía la fiebre por la poesía, el teatro, la narrativa y la música. Con amigos como Ramiro Chávarro, Armando Cerón, Yesid Morales, Jorge Eliecer Peña y Humberto Alarcón, creamos la tertulia La Crápula, para reunirnos cada quince días, tomarnos unas cervezas o unos tragos e iluminados por el dios Baco, dar a conocer entre el grupo las producciones artísticas que queríamos divulgar. En una ocasión tuvimos la osadía de invitar al líder del movimiento nadaista Gonzalo Arango para que nos acompañara en una de esas tertulias. Seguramente le llamó la atención nuestra invitación y nos contestó con un telegrama que decía: “En quince días viajaré a Garzón. Convertiremos monasterio en manicomio. Gonzalo Arango.” Infortunadamente su viaje se frustró y Garzón siguió siendo un monasterio.
En Neiva han adquirido en los últimos tiempos cierta notoriedad tertulias como El Botalón, centrada en el análisis de temas del desarrollo regional, y La Gruta, más enfocada en asuntos culturales y artísticos. Esta inclinación de los opitas por las tertulias en los últimos 50 años, es un reflejo de su lento y tardío ingreso a la modernidad, una forma de disminuir las visitas a la iglesia e incrementar los encuentros con amigos.
En este último año me he vuelto asiduo participante de una tertulia que hemos dado en llamar “Achiras del Huila” por el nombre del establecimiento comercial ubicado en San Pedro Plazas donde nos reunimos los domingos a las 10:00 de la mañana para examinar los últimos acontecimientos de la política colombiana, despotricar del gobierno y reírnos de las ridiculeces de algunos de sus personajes.
Allí llegan periodistas como Álvaro Trilleras, abogados como Luis Humberto Villarruel, empresarios como Nelson Flórez y Hernando Gutiérrez, profesores como Pedro Páramo e historiadores como Jairo Ramírez. Esta policromía de profesiones y pensamientos (con seguridad puedo decir que todos son librepensadores) nos permite cada ocho días un diálogo abierto y pluralista sobre el acontecer de la ciudad, el departamento y el país.
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